Un ex jefe y gran amigo mío, ante una situación adversa que se me presentó (de esas en las que hay que tomar una compleja decisión), me dijo una vez: “la gente no se arrepiente de lo que hace, sino de lo que se deja por hacer”. Creo que es el mejor consejo que me han dado en mi vida y a día de hoy es mi lema, mi empuje, mi decisión. Cuando no sé qué hacer, que opción elegir o qué decisión tomar me aplico esta frase (dependiendo del contexto) y puedo decir que nunca falla.
Por supuesto que hay cosas de las que me he arrepentido, pero desde que sigo esta filosofía son muy pocas las veces en las que me he preguntado: “¿Y si lo hubiera hecho?, ¿por qué no lo intenté?”. En ocasiones me acuerdo de otra persona que me ha inspirado muchísimo a la hora de aventurarme en esto de los viajes, él es Juan Dual, y su lema: “No lo pienses, hazlo”; a él le fue increíblemente bien y ha inspirado a muchas otras personas (léelo en este post).
Mi intención con este blog es contar mi experiencia de viajar sola con el complemento de que soy diabética. No quiero ser ni mucho menos una inspiración o ejemplo a seguir, pero sí demostrar que no hay barrera, ni limitación alguna, ni por sexo, ni edad, ni por enfermedad. Solo necesitas una cosa: las ganas, de viajar, de conocer el mundo, de estar abierto a otras culturas, idiomas y personas. Viajar es la escuela de la vida.
Siempre he viajado mucho, con mi familia, con mis amigos y hasta hace un par de años empecé a hacerlo por trabajo. Viajaba ‘sola’ pero no, porque siempre iba acompañada por gente desconocida que al final, muchos de ellos, terminaban convirtiéndose en grandes amigos. A día de hoy aun mantengo el contacto con algunos de ellos, por muy lejos que estén, siguen ahí y a menudo intercambiamos conversaciones profundas y enriquecedoras, e incluso de vez en cuando sale alguna oportunidad de trabajo. Benditas redes sociales y alabado sea Whatsapp.
Gracias a estas últimas experiencias por fin me he atrevido a dar el paso, a viajar sola, completamente sola, tan sola que llegas a un destino y nadie te espera, llegas al país sin reserva de hotel o sin un conocido que te recoja en el aeropuerto. Sola, completamente sola, pero conmigo misma (que suena muy positivo y muy bonito).
No ha sido una decisión fácil pero hay varias cosas por las que merece la pena intentarlo.
Así que… ¿Por qué deberías viajar sola?
-Si la voz de tu conciencia te empuja a viajar escúchala, porque, repito: “la gente no se arrepiente de lo que hace, sino de lo que se deja por hacer”. Y esa vocecilla de tu interior se acallará por momentos fruto de distracciones puntuales pero te aseguro (por lo menos en mi caso particular) que el/la Pepit@ Grill@ volverá a gritar en tu interior (aplicable no solo al hecho de viajar). Siempre sigue tu instinto.
-Te va a permitir conocerte a ti mismo. No hay nada mejor que esos momentos de absoluta soledad para saber qué es lo que una persona quiere. Estar solo no es sinónimo de tristeza como mucha gente piensa. La soledad es sinónimo de grandeza y por supuesto de felicidad y tranquilidad. No sería la primera vez que alguien me cuenta una experiencia en la que se encontraba solo en una ciudad desconocida y se sentía feliz y completo.
-Independencia. Yo me cansé de esperar a que mis amigos tuvieran dinero, tiempo y ganas para viajar. Además puedo elegir el destino que quiera, permanecer el tiempo que me dé la gana en cualquier lugar o atracción turística y decidir qué sitios ver y cuáles no. Pero sobre todo, el tema de la comida. Se acabó el vetar cualquier restaurante por el hecho de servir un determinado tipo de comida.
-Si crees que tienes algún tipo de limitación, ya sea porque viajas con medicamentos o por algún esterotipo o prejuicio (por ejemplo no te atreves a viajar sola por ser mujer), no hay problema. En el primer caso una buena organización te garantizará tranquilidad a la hora de viajar: buscar un buen seguro que cubra todas tus necesidades, sobre todo si tienes una enfermedad preexistente o necesitas medicamentos. Informarse es la mejor forma de no caer en errores que podrían ser muy evitables.
En el segundo caso hay destinos más o menos seguros para mujeres que viajan solas pero ninguno que no puedas visitar por tu género. Es cierto que en algunos países tendrás que “doblegarte” ya que por desgracia existen sociedades no tan avanzadas en materia de igualdad, pero en ningún caso tu género debe suponer un problema. Respeto e integración cultural es la clave, tanto si eres hombre como mujer.
-Y recuerda, VIAJAR: la Escuela de la Vida. Cuanto más viajes y más conozcas, más abrirás tu mente. Te enseñará a respetar otras culturas y otras sociedades. Además puedes ganar grandes amigos que por supuesto se traduce en muchas más oportunidades, tanto personales como profesionales.
El mundo está lleno de personas buenas que te abrirán las puertas de sus hogares, te ofrecerán un plato caliente y te indicarán la dirección en el mapa. Proyéctalo, atráelo y da una oportunidad. Confía en los demás pero no te fíes más que de tí. Si algo no te da buen rollo evítalo, una vez más usa tu instinto.
Al final el único problema es quién te hará las fotos en cada lugar.
Pero siempre nos quedarán los selfies.