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| Artículo original en: http://viajes.elmundo.es/2015/10/30/espana/1446211387.html


Entre la época cretácica y lo que se conoce hoy en día como las Tierras Altas de Soria hubo varias civilizaciones que contribuyeron al valioso patrimonio artístico y natural de Soria dotando a la provincia de numerosos atractivos.

Rodeados de tradiciones, ríos y paisajes que hunden sus raíces en las montañas y los bosques sorianos, encontramos más de diez pueblos repletos de encanto y peculiaridades: las almenas de la iglesia de Valtajeros; los populares juegos de Valloria; el castro de Castilfrío de la Sierra; la fiesta de El Paso del Fuego en San Pedro Manrique; o la quesería de Oncala, un pueblo que con apenas 80 habitantes, guarda en su iglesia de San Millán una de las colecciones más destacables de tapices de Pedro Pablo Rubens.

1. Magaña

El castillo de Magaña en lo alto de una colina.

Este pueblo de subidas y bajadas, de adoquines por doquier, de robles y encinas, beneficiario de las aguas del Alhama y del Montes tiene apenas once kilómetros cuadrados de extensión y un censo de 87 habitantes. Su castillo es lo más impresionante. Presidiendo el pueblo y con vistas al río Alhama, se alza imponente el Castillo de Magaña, levantado por los bereberes en los siglos IX y XI. La fortaleza, rodeada por una muralla de gran altura, cuenta con una torre, llamada la Torre del Homenaje, desde la cual se observa un paisaje infinito, que se pierde en el horizonte, allá donde la vista no puede llegar y encontrando su límite en el intenso cielo azul.

2. Cerbón

Iglesia Románica de Cerbón.

Tan solo cincuenta habitantes conviven con el escaso románico que acampa en Tierras Altas. Su iglesia es del siglo XII, calificada como Bien de Interés Público, cuenta con doble ábside y un retablo de San Pedro del siglo XVII. Toño, el apasionado párroco, explica que los inviernos son duros, desoladores, oscuros y largos, pero sus gentes siempre retornan, tarde o temprano, para descansar en las tierras que les vieron nacer.

3. Valtajeros

Almenas de la iglesia fortificada de Valtajeros.

Si deseas calma, descanso y silencio, quizá este sea el pueblo que debes visitar. Sus calles empedradas, sus vistas a las montañas y sus diez habitantes se encargan de mantener la historia y el encanto. A destacar, la picota. Ésta era la tradicional manera de someter a castigos y humillaciones a las personas con ideas contrarias al resto. Pero lo más curioso es su iglesia-castillo. Se trata de una construcción única, casi inclasificable, considerada hoy en día como iglesia fortificada. Antaño contaba con una apariencia más bélica, de la que hoy solo quedan sus almenas.

4.San Pedro Manrique

Traje de las Móndidas fiesta Paso del Fuego.

Este municipio es uno de los más importantes de Tierras Altas. Una de sus vecinas recibe a los visitantes con membrillo y en un segundo te enseña a elaborar este dulce alimento. Con buen sabor de boca recorremos las estrechas y encantadoras calles. San Pedro Manrique tiene mucho de lo que presumir. Sus tradicionales fiestas de San Juan son el orgullo del pueblo, declaradas como Bien de Interés Cultural. Estas fiestas hacen que cada verano sus habitantes regresen para la noche del 23 de junio y realicen el famoso Paso del Fuego, que consiste en cruzar unas brasas descalzo. Las protagonistas de la fiesta son las Móndidas, que se visten con falda castellana, blusa blanca y mantón de manila.

5. Oncala

Tapices de la Iglesia de San Millán.

Puerta de entrada a las Tierras Altas, con una destacada población de ovejas merinas. Aquí se practica desde tiempos inmemoriales la trashumancia: cuando el frío acecha, los pastores con sus rebaños emprenden camino en busca del clima extremeño más benigno o del calor del Sur. Aquí está el Museo Pastoril, que acerca al visitante al oficio ganadero. Sus quesos también son excelentes. Urbano Arancón es quien dirige la quesería QuesOncala. Entre sus quesos están el trufado, de boletus y el de cabra. En Oncala también podemos empaparnos de la riqueza de la iglesia de San Millán, donde se haya expuesta la colección de diez tapices flamencos, ocho de ellos tejidos sobre cartones, de Pedro Pablo Rubens. Un tesoro insólito para un pueblo tan pequeño y desconocido.

6. Castilfrío de la Sierra

En Castilfrío encontramos bosques de acebo.

Este municipio destaca por su gran valor paisajístico, natural e histórico. Cuentan con un impresionante castro defensivo de la Época del Hierro. Las ruinas del muro nos dan pistas sobre el castro, que era de forma circular. Cuando subes la escarpada montaña y rebasas el muro derruido, puedes ser testigo de unas vistas increíbles. Los acebos se llevan todas las miradas con el intenso color rojo de su fruto. En Castilfrío de la Sierra encontramos una de las masas boscosas de acebo más grandes de toda la mancomunidad.

7. Yanguas

Bolos y otros juegos en el Museo de Valloria.

Su castillo data del siglo XV y es una impresionante fortaleza con escaleras de madera que conducen a las almenas, desde donde se obtiene una panorámica de la sierra. Este pueblo tiene gran valor literario, ya que Cervantes lo mencionó en El Quijote, cuando el hidalgo y el escudero se topan con los tratantes de Yanguas en sus andanzas por tierras manchegas. A pocos kilómetros está Valloria, un pequeño pueblo que es todo un deleite por sus calles de cuentos de hadas y por su agradable Museo del Juego Tradicional: bolos de madera, el sambori, las tabas, las chapas o las canicas, destacando por encima de todos el juego de la calva.

8. Villar del Río

Una habitación de la casa de Vicente Marín.

Una zona con esplendor propio por el devenir del río Cidacos. Importante cuna prehistórica y con restos de una antigua civilización celtíbera. La iglesia de Nuestra Señora del Vado del siglo XVI guarda entre sus muros un retablo renacentista y una talla románica del siglo XII. Muy cerca está Bretún, que complementa la historia de los albores de la humanidad con sus itinerantes huellas de dinosaurios. Aquí nació Vicente Marín Miguel, un enamorado empedernido de su pueblo, del que además es mecenas, a cuya potestad se encuentran la biblioteca, la fundación que lleva su nombre y varias casas rurales, que hacen las veces de museo, de casa rural y de hogar para el propio Vicente.

| Más información en www.turismotierrasaltas.com

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